20050301

II (Alfredo Trejos)

Es bueno oler a las mujeres. Oler a las madres y a las hijas. Olerlas cuando bajan del autobús, cuando esperan, cuando aún no se han peinado. Cuando de malhumor recogen todas las sábanas de golpe y se sienten la gran miseria del día, mandan a alguien por jabón o cebollas y se toman una copa. Es bueno oler de vez en cuando a la santa, oportunamente a la puta, valientemente a la propia. Hay que oler la habitación cuando se viste, oler las abejas y el café cuando se ha ido. Oler el canto de la puerta, el aserrín. Las hojas de rasurar, los mecanismos del paraguas, el anillo olvidado, el periódico tibio. Hay que olerlas cuando se mueven. Olerlas profundamente cuando se retiran. Oler los gajos de la piedra, oler la sopa y la nuez cuando se asustan. Hay que oler sin miedo sus bolsillos, oler su respiración y su vacío, su mar y su pesca. Es bueno oler a las mujeres y decir: esto es polvo, esto es cera, esto es pasto.

1 Comments:

Blogger Gustavo Adolfo Chaves said...

Mi favorito de Trejos. Sintético, mágico, tenso, lleno de asombro. Gracias por traerlo a colación.

2:47 p.m.  

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